- EFE Valencia |
Un juzgado de lo Penal ha condenado a un año de cárcel a un oncólogo y un farmacéutico del Hospital La Fe de Valencia por la muerte en 2007 de un niño de 2 años enfermo de cáncer, al que prescribieron una dosis de quimioterapia diez veces superior a la que le correspondía por su edad y peso.
La titular del Juzgado de lo Penal número 4 de Valencia considera a los dos facultativos responsables de un delito de homicidio imprudente, por el que les condena también a indemnizar con 200.000 euros -con la responsabilidad civil subsidiaria de la Conselleria de Sanidad- a los padres del menor.
Según la sentencia, hecha pública hoy, el delito del oncólogo fue consecuencia de un error "humano" y no profesional, ya que el médico se equivocó al transcribir la cantidad de medicación que debía administrarse y "omitió un punto decimal", de modo que en lugar de 16,5 miligramos de doxorrubicina se suministraron 165.
Respecto al farmacéutico, que debía validar esta prescripción, la juez considera que éste actuó de modo "incorrecto" porque no leyó todos los datos aportados por el oncólogo y "se limitó a estampar en la hoja de preparación del fármaco" la dosis que le había proporcionado.
La magistrada ha atendido así la petición del Ministerio Público, si bien ha decidido no extender la indemnización a dos de los tres hermanos del niño, para los que el fiscal solicitaba 25.000 euros.
En julio de 2007, el niño ingresó en La Fe con un tumor de Wilms que le afectaba a un riñón y metástasis pulmonar, con un 70 % de posibilidades de supervivencia, y comenzó un tratamiento de quimioterapia que duró dos meses.
Según los hechos probados, el 4 de septiembre el oncólogo José María F.N. prescribió una dosis final para el paciente de, entre otros fármacos, 165 miligramos de doxorrubicina, una cantidad diez veces superior a la que le correspondía por su constitución corporal.
El especialista remitió una copia calcada de la receta al servicio de farmacia del Hospital Infantil de La Fe, donde el otro acusado, Juan Antonio C.M., "procedió a su validación y efectuó la hoja de orden de preparación".
A continuación, el documento fue remitido electrónicamente al pabellón central de La Fe, donde el personal de enfermería se encargó de elaborar la dosis de quimioterapia indicada, que era de 165 miligramos en lugar de los 16,5 que deberían haberse prescrito.
Tras administrarle el tratamiento, el niño fue enviado a casa, donde a las pocas horas comenzó a presentar fiebre y vómitos, y falleció al día siguiente.
Según reconoció el propio oncólogo, cuando conoció que el menor había muerto decidió, "en un acto fuera de su voluntad", escribir sobre la hoja de la prescripción para añadir una coma a la cifra de 165 miligramos -que calificó de "desorbitada" en el juicio-, de modo que apareciera la cantidad de 16,5 miligramos, que era la correcta.
Por otro lado, la juez incide en que sólo dos meses antes del fallecimiento del niño, los medicamentos oncológicos para menores comenzaron a prepararse en el pabellón central del hospital, donde el personal de enfermería no podía distinguir si el tratamiento era para un menor o un adulto porque únicamente contaba con la orden de preparación del farmacéutico.
Igualmente, la magistrada considera probado que en el área de oncología de adultos existía un protocolo normalizado del que carecía el área maternal e infantil, así como un programa informático que permitía validar la medicación y prescripción "con absoluta fiabilidad", ya que incluía alarmas para las dosis máximas.
La centralización "bajó el nivel de calidad asistencial", según la juez, quien considera que este caso es "un claro ejemplo de lo que puede llegar a afectar a un servicio público un deficiente funcionamiento".
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