La edad, la genética y los hábitos de vida son factores clave para la aparición de cáncer prostático.

El CBP recuerda la importancia de las revisiones urológicas anuales.
- Las posibilidades de que se desarrolle este tipo de tumor se incrementan de forma destacable a partir de los 50 años
- El riesgo a padecer cáncer de próstata se duplica en aquellos varones que padecen obesidad, con respecto a los que se encuentran en su peso ideal

Madrid, noviembre de 2010.- Las probabilidades de que un varón desarrolle cáncer de próstata aumentan en gran medida con la edad. En concreto, es a partir de los 50 años cuando existe un elevado riesgo de padecer este tipo de tumor. Por ello, el Círculo de Braquiterapia Prostática recomienda que, a partir de esa edad, el hombre acuda al urólogo para hacerse revisiones periódicas de la próstata que permitan identificar a tiempo la presencia del tumor. Pero no solo la edad es un factor de riesgo. Existen otros que también hay que tener en cuenta, como los antecedentes familiares o la dieta alimenticia.
La genética juega un papel importante en la aparición del cáncer de próstata. Cuando un abuelo, padre o hermano lo ha padecido, aumentan considerablemente las opciones de que se desarrolle. Ante esto, es necesario que los varones con antecedentes familiares adelanten las revisiones periódicas al urólogo a la edad de 45 años.
También es fundamental mantener hábitos de vida saludables, en los que se incluya una dieta equilibrada y la práctica de ejercicio físico regular, lo que ayuda a evitar que se genere el tumor. Es recomendable disminuir la ingesta de carne y grasas y, en cambio, aumentar el consumo de frutas, verduras y hortalizas. Entre ellas, destaca el tomate, que contiene vitamina E y licopeno, ambos beneficiosos para reducir el riesgo de cáncer.
En esta línea, la obesidad es otro factor perjudicial para este tipo de neoplasia. De hecho, el riesgo a padecer cáncer de próstata se duplica en hombres que son obesos con respecto a aquellos que se encuentran dentro de su peso óptimo.
Por otra parte, el consumo de tabaco aumenta la producción de hormonas masculinas, lo que favorece, a su vez, el crecimiento de las células en general y también las del cáncer prostático.

Detección a tiempo para aumentar las posibilidades de curación

Al margen de que el varón sea objeto o no de algunos de los factores para padecer cáncer de próstata, es fundamental que se someta a las revisiones urológicas anuales. Este tipo de tumor no presenta síntomas hasta que está muy avanzado y, por ello, una detección a tiempo es clave para poder aplicar un tratamiento adecuado y aumentar las posibilidades de curación.
Asimismo, con un diagnóstico precoz es posible aplicar tratamientos poco agresivos que no alteren su calidad de vida y que minimicen los efectos secundarios, como ocurre con la braquiterapia prostática.
Esta técnica, cuya aplicación solo es posible en las fases iniciales e intermedias del tumor, consiste en la implantación de pequeñas semillas radioactivas de Iodo-125 directamente en el interior de la próstata. Así, toda su acción se concentra en la glándula, evitando que la radiación alcance los órganos sanos adyacentes (recto y vejiga) y minimizando los efectos secundarios habituales de otros procedimientos, como por ejemplo la impotencia o la incontinencia urinaria.
De hecho, un estudio comparativo realizado por el Instituto Catalán de Oncología (ICO), el Hospital de Bellvitge y el Instituto Municipal de Investigación Médica (IMIM-Hospital del Mar), junto con otras 8 entidades médicas españolas de prestigio, determina que la braquiterapia es la técnica más eficaz para lograr una mejor calidad de vida del paciente, frente a la radioterapia y la prostatectomía.
Esos centros que también han participado en el desarrollo del estudio son el Instituto Oncológico de Guipúzcoa, el Capio Hospital General de Cataluña, el Centro Oncológico de Galicia, el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, el Hospital Regional Carlos Haya de Málaga, el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, la Fundación Puigvert de Barcelona y el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona.

Fuente: http://www.noticiasmedicas.es